De Robledillo de Gata es célebre su arquitectura entreverada de adobe, madera, pizarra y cañizo, y no menos su vino, ya alabado en sus Coplas por Alonso de Toro en el siglo XVI. Ahora bien, tras más de tres lustros de intentos, el Lince con Botas consigue sentarse frente a un cristiano que destila de forma tradicional el orujo casero para su consumo familiar, y ennoblece los oídos con su elocuencia. Una lección magistral de un trabajo de paciencia que se pierde en el tiempo y, todo lo contrario: en el porvenir