En la Aceña de la Borrega, una piedra de molino saluda los pies del visitante de “Casa María”, o “Casa Emilio”, según se distinga entre la jefa o el jefe del establecimiento. El negocio aquí no es solo taberna, sino también un pequeño colmado que aún da servicio a las más de doscientas almas de esta población raiana, y ocupa el lugar de lo que antaño fue salón de baile… Ciento y pico años contemplan las paredes azules de este cantina, dónde la eternidad parece fundirse en un único día, y parecen haber estado siempre sentados aquí sus parroquianos, como presos de un singular encantamiento.