“¿Qué es el mañana?”, pregunta el hombre…”La eternidad y un día”, le contesta la mujer. El mañana es la eternidad y un día…Estas palabras organizadas como diálogo acompañan al lince hasta el paraje de Aguablanca, donde la importancia del día, y del oro que muchos hombres precisan para respirar, se ha impuesto a la eternidad, a la generosa permanencia del bien común que se llama agua, árbol, ave o viento. Pasan muchas cosas a diario en la vida y existen muchas justificaciones para arrasar la de los demás, ya sea la que sangra o la que solo duele por que hipoteca el mañana. Ahora que en Extremadura no puede hablarse del ayer, el presente se compromete a largo plazo, a fuerza de cargarnos con metales: pesados para la salud de todos, dorados para los bolsillos de unos pocos