No es una recreación animada de un cuadro de Delvaux… No es tampoco un barco a la deriva… Aunque quizás si otra parábola de la vida que abre surcos de dolor en la tierra del alma… Las compañías Teatro del Silencio, Samarkanda, y Karlik han buscado un legendario personaje extraviado entre las nieves del tiempo, enviado al olimpo de la cultura universal por William Shakespeare, para mostrar de otro modo su dilema, su agonía. Sus artistas saben hablar con el cuerpo, y su trabajo en las cuerdas es un tributo tanto al arte como al esfuerzo.