Concepción se jubiló como titular de la panadería y la entregó a su hija y a su yerno, devanando así cual Ariadna el hilo de los negocios familiares, que soportan el día y la noche de todo un país, y son al tiempo los más los más útiles para la comunidad y también los más exigidos e incómodos. Sonora contradicción. Hacerlos rentables supone una proeza diaria. Esta panadería es una de las pocas que aguanta haciendo pan dentro de la tradición de lo bueno, con un horno de leña que cuece masa madre, agua, sal, levadura y harina de trigo… Ésta es una representación de su historia a diario.