Maya tiene ocho años y es una niña con alta capacidad intelectual, está entre aquellos que demuestran una inteligencia excepcional para razonar y aprender. Una niña prodigio, una persona superdotada, un talento precoz, valgan las antiguas etiquetas. A menudo se da por hecho que en la escuela serán alumnos brillantes. Sin embargo, muchas veces sucede todo lo contrario. Principalmente por los desencuentros y las dificultades a los que están expuestos por un sistema educativo generoso en el papel, pero incapaz en la práctica. En cualquier caso, estos jovencitos pueden llegar a pasar desapercibidos durante toda su vida escolar y de hecho así sucede en un porcentaje abrumador. Viven en un laberinto de etiquetas, complejidades, burocracia e incomprensión, a menudo camuflados para, paradójicamente, no sobresalir, no distinguirse. Su talento irá al limbo, si alguien, en la familia o en el colegio, no intuye y protege su don.